DAR EL SALTO, PARA GANARSE LA VIDA
- Agustin
- 4 feb 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 5 feb 2019
Cada año numerosos amateurs dan lo que llamamos en el gremio “El salto”.
Dar el salto, es cambiar de estatuto de amateur a profesional. Hacer del golf su profesión para ganarse la vida con sus habilidades de jugador/a.
En general, esos amateurs son los mejores de sus países, han ganado varios torneos amateurs y campeonatos nacionales, algunos han representado a sus países en competiciones internacionales. Y, una minoría, ganaron los torneos más prestigiosos como el British Amateur o el US Open Amateur, y participaron en el Eisenhower Trophy o la Walker Cup (equivalente de la Ryder Cup pero en amateur).
En resumen, son los mejores de su generación, las grandes promesas del golf, las futuras estrellas de los circuitos profesionales.
Pero no siempre esos prometedores amateurs se convierten en jugadores profesionales exitosos, porque ese salto es mucho más que un cambio de estatuto.
Son muchos los cambios que intervienen, lo que provoca que esos prometedores amateurs tengan dificultades en los circuitos profesionales.
Es como volver a empezar de cero. Excepto una minoría, se convertirán en jugadores profesionales, y la mayoría en Top Players, los demás encontraran dificultades para imponerse y ganar su vida en los circuitos.
¿Por qué es tan difícil convertirse de prometedor jugador amateur a profesional?
Para contestar a esta pregunta hay varios factores que se han de tener en cuenta y estos son los cuatro principales :
1. El primer factor es psicológico.
En amateurs, desde que empezó a practicar, hasta llegar a ser el mejor de su club compitiendo a nivel nacional e internacional, y acabó formando parte de la selección de su país, siempre ha estado entre los mejores.
Era la élite del golf amateur, esos jugadores que se repartían los torneos.
Estaba en la cima, y, eso mentalmente le hacia todo poderoso. Nada podía resistirle. La victoria era su lema.
Pero al dar el salto, eso cambia. En Europa hay más de 4.000 jugadores profesionales afiliados, suma de las diferentes PGA nacionales.
En 2018, solo 324 jugadores en el European Tour y 250 en el Challenge Tour, ganaron algo de dinero. No solo el profesional principiante debe competir con los principiantes de su generación, sino también con los jugadores que llevan años recorriendo los campos del planeta. Hay mucha competencia y todos del mismo nivel o superior.
En resumen, ya no forma parte de la élite. Cada vez que participa en un torneo todos pueden ganar y clasificarse mejor que él.
Si en los primeros torneos o temporadas no llega a conseguir buenos resultados, la duda puede instalarse y hacer que se cuestione sobre sus capacidades como jugador profesional.
2. El segundo factor es el nivel y el encadenamiento de los torneos.
En amateur no se juega todas las semanas torneos de nivel internacional con los mejores.
El jugador profesional juega entre 25 y 30 torneos por temporada. Es decir, 25 a 30 semanas al máximo nivel. La mayoría de los cortes para clasificarse (the cut), y entrar en el “prize money” (lista de premio) al final de la semana es el Par o menos.
El principiante debe jugar al máximo de sus capacidades cada semana, durante toda la temporada si quiere guardar la tarjeta del circuito (el derecho de poder jugar la siguiente temporada).
El circuito profesional le impone un encadenamiento de torneos a un nivel al que el principiante no está acostumbrado.
La primera temporada, en general, su categoría (tarjeta obtenida en la escuela de clasificación o por el ranking final del Challenge Tour “segunda división europea”), no le asegura participar en todos los torneos donde se ha inscrito.
Eso quiere decir que no podrá planificar y preparar idóneamente la temporada.
Cada jugador tiene una secuencia de encadenamiento distinta.
Hay algunos que juegan 3 o 4 semanas seguidas, otros que elige los torneos en función de la destinación, otros según la importancia del torneos, etc.
Pero el principiante no tiene esa elección, jugará donde su categoría se lo permita.
Tampoco tiene la certidumbre de poder jugar suficientes torneos, para puntualizar y así guardar su tarjeta para la siguiente temporada.
3. El tercer factor es el entorno.
En amateur, con el estatuto de deportista de alto nivel, la federación le proporciona todo lo que el jugador necesita para desarrollar su potencial :
- el entrenador técnico
- el preparador físico y mental
- el material
- la gestión de su temporada (inscripción, logística, viaje, etc.)
El amateur no elige su entorno porque todas estas personas están contratadas por la federación.
Al cambiar de estatuto de amateur a profesional, el jugador es un autónomo que debe tomar decisiones y elegir las personas que formarán parte de su equipo.
En general, el jugador no puede seguir con el entorno que tenía cuando era amateur, porque como lo he explicado anteriormente, esas personas son empleadas o contratadas de la federación, no pueden ni está disponible para el principiante a jugador profesional.
Tiene que buscar y saber qué personas son la más adecuadas y calificadas para forma parte de su nuevo entorno. Cambiar de entorno significa cambiar los hábitos adquiridos durante todo el periodo amateur.
El principiante deberá tomar decisiones, que tendrán consecuencia sobre el futuro de su carrera.
4. El cuarto factor es el presupuesto.
En amateur, la federación se encarga de todos los gastos de logística (viajes, hoteles, material, etc.), y del equipo (entrenador técnico, preparador físico y mental, etc.).
Como profesional, tiene que cubrir él mismo esos gastos. Debe tener el apoyo y la confianza de patrocinadores que le financien la temporada. Algunos tendrán la ayuda de la federación en las primeras temporadas, pero esa ayuda no es suficiente. Y, todos no tienen la suerte que sus padres o familiares se encarguen de financiar su debut como profesional.
Una temporada de 25 torneos representa 25 semanas fuera de casa.
Cada semana, el presupuesto debe cubrir los gastos siguientes:
el avión (para él, su caddie “la persona que lleva la bolsa de palos”, y a veces el entrenador que le acompaña en los torneos importantes),
el hotel y el restaurante,
la paga del caddie y los honorarios del entrenador.
Una semana en los circuitos europeos cuesta como mínimo 2.500 euros, lo que suma unos 62.500 euros para la temporada. A esto, hay que sumar los gastos durante las semanas de entrenamientos entre los torneos y la preparación de pre-temporada.
Cada golpe que el principiante hará en el campo durante el torneo, es un descenso en la clasificación, lo que representa menos dinero en ganancias.
El principiante profesional ya no practica el golf como afición, pero sí para ganarse la vida. Dar el salto es como saltar al vació.

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